Los Infiernos son un magnífico macizo pirenáico que sobrepasa los tres mil metros y que llama la atención por la estructura compleja y algo caótica que le otorga la lengua caliza que cubre parte de su orografía, así como el aspecto ferroso del resto de sus rocas. Su cara nordeste alberga, aún, una nevera como testigo del antiguo glaciar. Culminan sus crestas tres cumbres de acceso duro aunque técnicamente fáciles.
Mi primera idea era subir desde Sallent de Gállego por los ibones de Pondiellos utilizando tres días (contando el viaje de ida y vuelta desde Madrid). Pero eso fue antes de que me operaran de menisco y me dejara mermado de facultades. Apenas habían pasado cuatro meses así que decidimos subir desde el Balneario de Panticosa. El viernes buscaríamos un lugar para dormir por los Ibones Azules; el sábado subiríamos a los Infiernos; y el domingo volveríamos para Madrid.
Salimos por detrás de la Casa de Piedra buscando el GR 10 en busca del collado del infierno.
La una de la tarde, hace calor y la meteo pronostica lluvias en cualquier momento durante toda la tarde. Subimos por el Barranco Caldarés y remontamos la Cuesta del Fraile. Garmo Negro, Algas y Argualas.
Dejamos el recien abierto refugio de Bachimaña a nuestra derecha, y de la misma mano queda el Ibon Alto de Bachimaña.
Al llegar a la confluencia con el Barranco del Infierno giramos a la izquierda, siguiendo el GR, y nos adentramos buscando los Ibones azules.
En el inferior nos acercamos a su pequeña presa, para continuar por un camino demasiado cerca de lo que puede ser un remojón si uno anda un poco torpe.
Después de pasar por el delicado paso y sorprendidos de que el GR vaya por aquí, el camino rojiblanco aparece a nuestra derecha, ya que éste no va por la empinada ladera por la que hemos andado. Proseguimos nuestro viaje, ahora ya con los deberes hechos de haber perdido por un momento el camino bueno, como de costumbre, y felices de no haber pisado un sólo piorno en el despiste.
Son las tres y media. Encontramos un buen lugar para montar la tienda, y con el tiempo justo para evitar la lluvia, que cayó en chubascos durante toda la tarde.
El Vignemale al anochecer.
Amanecer espléndido hacia el este.
Los Infiernos
Arrancamos sobre las siete y media. Casi desde el principio calzamos crampones sobre el seno semihelado del barranco hasta el cuello del infierno.
Nevera del Infierno.
En el collado, el lago y pico Tebarray.
En primer plano el pico de las Marmoleras, y a su derecha, el de Piedrafita.
Desde aquí se nos presentan dos posibilidades de ascender: por la vaguada con un gran nevero en su fondo hasta un collado visible que rodea la montaña por su cara suroeste, por el filo de la marmolera; o bien subir por la cresta en dirección sur hasta el Garmo Blanco. Subimos por la cresta con la idea de bajar después buscando ese collado.
Vista atrás, el Balaitús.
Midi y al fondo a la izquierda, las agujas de Ansabère.
Por la cresta.
Las vistas hacia la cara norte sobrecogen.
En el Garmo Blanco valoramos seguir por la cresta hasta el Infierno Occidental, pero no lo vemos muy claro y descendemos por una canal hacia el borde de la lengua marmórea por dónde asciende la senda normal.
En lo alto de la portilla que se aprecia en la imagen anterior portilla debemos girar a la izquierda y trepar fácil hasta la cumbre del Infierno occidental.
Desde la cima Occidental, ibones de Pondiellos y Garmo Negro.
Piedrafita y detrás, la Gran Facha.
Hacia el Infierno central el manto calizo envuelve la arista dejando un filo lo suficientemente ancho para avanzar.
Cima Central.
Son las diez de la mañana, apenas hemos parado y disfrutamos un buen rato de la cima. Hasta ahora apenas hemos visto a nadie, pero empiezan a aparecer grupos de montañeros que van llenando la cumbre. Empujados vamos al Infierno oriental que requiere una trepadilla fácil. La cima Oriental, dónde tranquilamente admiramos el paisaje. Del pequeño ibón a la izquierda venimos.
Midi de Bigorre.
Collarada.
Cresta hacia el Arnales.
Almorzamos y estamos un buen rato en esta cima, hasta que empieza a llenarse y decidimos dar la vuelta. Volvemos sobre nuestros pasos hasta la cima Occidental, desde aquí bajamos al filo de la marmolera y nos dirigimos hacía el collado citado anteriormente. La senda que apenas se ha desvestido del manto nivoso esta deslizante, y la visión del tobogán que tenemos a nuestra izquierda nos mantiene en tensión.
Collado
Desde el collado el camino hasta el cuello del infierno se encuentra en parecidas condiciones.
Con alivio llegamos al cuello y decidimos ir al collado de Tebarray. Pensamos en subir al Llena Cantal pero prefiero ser conservador y proteger ni rodilla que ya lleva suficiente tralla.
Llena Cantal desde el paso de Tebarray
Macizo de Balaitús e ibón de Llena Cantal
Infiernos desde el collado de Tebarray. Hemos subido por la cresta de la izquierda, y hemos bajado por la derecha del nevero grande.
Descendiendo hacia nuestro campo base.
A las tres de la tarde estamos de vuelta en nuestro campamento, remoloneamos por la tarde por la zona, y observamos como montañeros van llenando de tiendas la llana del Ibón Azul superior. Picos de Bachimaña
Ibonet del Infierno.
Hacia el Arnales.
Ibones azules y al fondo, ibones de Bramatuero.
Piedrafita, Gaurier y Punta Zarre
A la mañana siguiente, mientras los montañeros se dirigen a sus ascensiones, nosotros volvemos para Madrid
Preciosa mañana
Llegando al ibón superior de Bachimaña.
Adiós Infiernos
Habrá que volver. Saludos