Y el primero que abrí es de una mítica ruta que hicieron Antonio y Tania a la Garganta del Sauce, no se me olvidará ese reportaje, que bien escribías Antonio!!!
Pues con su permiso aquí lo pongo:
Esta la guardé porque hablaba de la famosísima Casa de los Blazquez
Nada más entrar al pueblo desde la pista que viene del Puente del Pinillo, hay un bar enorme y muy nuevo, con muy buena pinta. Pero decidimos que no, que nos íbamos a ir a un bar un poco más añejo, a ver si encontrábamos a algún paisano interesante con quien charlar. Tras una primera escala en un bar con muy poquita gente, cambiamos a otro llamado “Almanzor”, y claro, con ese nombre, pues no podía defraudar. Para empezar nos pusieron una tapa de níscalos deliciosos. Buen augurio. Y charlando charlando, entablamos conversación con un anciano lugareño.
Ni cortos ni perezosos, le preguntamos por la Casa de los Blázquez, y nos contó que era la casa donde vivían los guardas de la reserva, vamos, el Guarda Mayor, y que había estado habitada hasta hace unos 15 años. Efectivamente, en su tiempo tenían allí animales, cabras, pero ahora ya no estaba habitada, y los guardas actuales bajaban a dormir al pueblo.
Así en principio no relacioné la casa con el propietario, pero ¡ay!, cual no sería mi sorpresa, cuando ya de vuelta caí en la cuenta de que el Tío Domingo, se llamaba Domingo Blázquez. Habíamos estado ni más ni menos que en la casa del Tío Domingo, el artífice de uno de los caminos más espectaculares, si no el que más de todo Gredos, que da acceso al Macizo Central desde la vertiente sur.
Contando un poco de historia, aunque sea repetir porque ya lo conté en su día en una reseña que hice sobre el Camino del Tío Domingo, este hombre, que murió hace relativamente pocos años, fue Guarda Mayor de Gredos y su padre, llamado Isidoro Blázquez, fue el primer Guarda Mayor de Gredos, nombrado por el rey Alfonso XIII. Al parecer sus descendientes aún viven por la zona, o al menos tienen casas por el lugar.
Y regresando de nuevo a nuestro bar, charlando con este señor con el que estábamos, y con la propietaria del bar, que se unió un rato a nuestra conversación, nos contaron que los chozos en ruinas que había en la Garganta del Sauce, eran los que usaban antiguamente los pastores cuando en el verano subían sus rebaños de cabras a la cabecera de la Garganta. “Los habían echado”, nos dijo, porque alguien compró fincas por allí, y soltaron ciervos y jabalís para cazarlos, y los caminos que había y estaban tan bien hechos, eran los que estos pastores usaban tradicionalmente.
Qué agradable me resultó acabar así la ruta de este día, enterándonos un poco de la historia de este lugar.
Una jornada en Gredos, siempre es estupenda y más en tan buena compañía como la de Tanis, pero cuando además has pisado lugares que son historia de esta sierra, y que ya forman parte de un tiempo, de un modo de vida que ya ha desaparecido, sientes que en cierto modo estás acariciando con tus manos los últimos vestigios de una pasado muy cercano en el tiempo, pero a la vez muy lejano en este modo de vida tan rápido y frenético que hoy en día llevamos.
Y quién sabe, quizá, dentro de muchos años, estas fotos que hoy vemos aquí, serán documentos gráficos que harán que las futuras generaciones no se olviden de que hubo un tiempo en que en esta sierra hubo pastores que construían chozos con piedras, madera y piornos, no con ladrillos, cemento y uralita; y que en un lugar que será una hermosa pradera con un montón de pedruscos en ruinas, un día estuvo una hermosa casa con sus cuadras y sus corrales, que fue la Casa de los Blázquez, los primeros Guardas Mayores de Gredos.
Saludos,
Antonio.
Y esta de la olvidada Garganta del Sauce
Siempre me ha parecido que cada garganta de Gredos tiene su personalidad propia.
Las de la vertiente norte, más cantarinas y amables. Las del sur ásperas y desgarradas con sus cursos de canchales de enormes rocas.
Unas evocan serenidad y armonía, como la de Bohoyo o la del Pinar. Otras dureza y casi rabia, como la Tejea o la del Trampal. Algunas misterio y magia pagana como la de la Nava, con su Corral del Diablo. Otras son simplemente belleza en estado puro, como la de Gredos o la de los Caballeros acabada en su magnífico Circo...
La Garganta del Sauce es olvido. Produce sensación de soledad.
Lo siento Antonio
