Palás por la Chimenea Ledormeur
Publicado: Mié Feb 26, 2020 8:16 pm
PALAS. Septiembre 2015
Desde el nacimiento de la filosofía occidental la belleza aparece como uno de los conceptos base de todo pensamiento estructurado. Ha sido principio universal, base epistemológica de la realidad, motor del ser, de la conciencia. Pero vamos, que grandes pensadores no han visto en ella más que una simple apreciación subjetiva de una realidad que no va más allá de la conciencia individual. Acercándome yo más a estos, y siendo amante de las montañas, digo sin temor a errar que el Pallas es la montaña más bella de los Pirineos. Y discutan lo que quieran que andarán por las mismas razones que yo. En fin, que ya era hora que pudiera hollar su cima.
El día anterior habíamos salido de Madrid de madrugada y mediada la tarde estábamos en la cima del Balaitus. Sobre las ocho llegamos al ibón superior de Arriel, muy cansados pero satisfechos. Montamos la tienda y preparamos el
campamento. El sitio no es que fuera muy bueno, pero fue suficiente para dormir con cierta comodidad. La noche era fría,
calmada, sin viento, bien abrigados alrededor del hornillo cenamos en un ambiente muy agradable y montañero con el cielo
estrellado sobre nuestras cabezas. A las diez estábamos en el saco. Recreaba yo, mientras me ganaba el sueño, como ascendíamos por la pendiente al final del ibón superior de Arriel, remontábamos la pedrera hasta la base de la Chimenea Ledormeur. Subíamos por ella, ganábamos la arista, rodeábamos hacia la vertiente francesa, y tras trepar una fácil canal lográbamos la cima. Así una vez y otra hasta que Morfeo me abrazó con sus suaves brazos.
Y así fue como sucedió, afortunadamente.
Amanece en este bello rincón del Pirineo con escarcha. Se nos pega el saco a la cara, son más de las ocho cuando nos levantamos. Tampoco hay que correr. La primera mirada se la lleva el Palás.

Pic de Arremoullit

Desayunamos, nos aseamos y a las nueve y cuarto salimos. Esto es lo que nos espera.

Salimos dirección norte hacia el final del lago, y ascendemos por la pedrera. Hace frio pero entramos enseguida en calor.


Atras va quedando el ibón.

Aparecen las montañas, Peña Telera, Arriel.


Balaitús, que ya está en el curriculum

El ascenso es monotono, primero en zetas por la hierba, y tras ganar el hombro, por grandes bloques de granito hasta la placa que indica la dirección de la chimenea Ledormeur, única vía conocida para montañeros no expertos, por el lado español.

Se trepa por canchales hasta ganar la terraza desde la cual arranca la chimenea. Justo antes de ganar esta terraza está el paso más complicado de la ascensión, pero nada del otro mundo, como mucho grado II.

La chimenea es muy vertical, pero tiene tantos agarres y apoyos, que no hay ningún problema, es incluso divertida.

Desde el tramo medio mirada hacia abajo.

A partir de aquí la pendiente se suaviza y enseguida ganamos la arista.

A la salida de la chimenea giramos a la derecha y ascendemos por un vereda muy clara e hitada que asciende por la hierba, dirección oeste, hasta la vertiente francesa, donde gira a la derecha dirección norte para coger una canal muy fácil de trepar.

Por fin cumbre, cuánto tiempo llevaba detrás de esta cima, 2974 metros, que ya quisieran muchos tremiles.


Barrido este, sur, oeste, norte.








Después de un buen rato en la cima tenemos que abandonar, aún nos queda mucho para volver a casa. Y nos volvemos por donde hemos venido. Hay que bajar la chimenea Ledormeur, y hay que hacerlo con cuidado. El consejo es hacerlo siempre pegado a la pared que está a nuestra izquierda. A media bajada la canal parece que baja separándose de la pared, pero no lleva más que a un enriscamiento, esta via está marcada con un aspa roja, por ahí no es. Por lo demás con precaución se baja bien.

Esta ruta ha sido todo un éxito.

Llegamos a lugar de campada, comemos, recogemos y con tristeza en el alma nos vamos. Aún nos quedan más de dos horas para llegar al coche. Algunas fotillos de bajada.



Llegamos a la Sarra cerca de la cinco de la tarde. Tomamos allí un refresco y convenimos en lo agradable que sería pasar allí esa noche y volver a Madrid al día siguiente descansados y con tranquilidad. Pero teníamos que partir hacia Madrid.
Subir y disfrutar, hacer cima y dusfrutar, bajar y disfrutar, pero sobre todo volver para contarlo
ERNS
Desde el nacimiento de la filosofía occidental la belleza aparece como uno de los conceptos base de todo pensamiento estructurado. Ha sido principio universal, base epistemológica de la realidad, motor del ser, de la conciencia. Pero vamos, que grandes pensadores no han visto en ella más que una simple apreciación subjetiva de una realidad que no va más allá de la conciencia individual. Acercándome yo más a estos, y siendo amante de las montañas, digo sin temor a errar que el Pallas es la montaña más bella de los Pirineos. Y discutan lo que quieran que andarán por las mismas razones que yo. En fin, que ya era hora que pudiera hollar su cima.
El día anterior habíamos salido de Madrid de madrugada y mediada la tarde estábamos en la cima del Balaitus. Sobre las ocho llegamos al ibón superior de Arriel, muy cansados pero satisfechos. Montamos la tienda y preparamos el
campamento. El sitio no es que fuera muy bueno, pero fue suficiente para dormir con cierta comodidad. La noche era fría,
calmada, sin viento, bien abrigados alrededor del hornillo cenamos en un ambiente muy agradable y montañero con el cielo
estrellado sobre nuestras cabezas. A las diez estábamos en el saco. Recreaba yo, mientras me ganaba el sueño, como ascendíamos por la pendiente al final del ibón superior de Arriel, remontábamos la pedrera hasta la base de la Chimenea Ledormeur. Subíamos por ella, ganábamos la arista, rodeábamos hacia la vertiente francesa, y tras trepar una fácil canal lográbamos la cima. Así una vez y otra hasta que Morfeo me abrazó con sus suaves brazos.
Y así fue como sucedió, afortunadamente.
Amanece en este bello rincón del Pirineo con escarcha. Se nos pega el saco a la cara, son más de las ocho cuando nos levantamos. Tampoco hay que correr. La primera mirada se la lleva el Palás.
Pic de Arremoullit
Desayunamos, nos aseamos y a las nueve y cuarto salimos. Esto es lo que nos espera.
Salimos dirección norte hacia el final del lago, y ascendemos por la pedrera. Hace frio pero entramos enseguida en calor.
Atras va quedando el ibón.
Aparecen las montañas, Peña Telera, Arriel.
Balaitús, que ya está en el curriculum
El ascenso es monotono, primero en zetas por la hierba, y tras ganar el hombro, por grandes bloques de granito hasta la placa que indica la dirección de la chimenea Ledormeur, única vía conocida para montañeros no expertos, por el lado español.
Se trepa por canchales hasta ganar la terraza desde la cual arranca la chimenea. Justo antes de ganar esta terraza está el paso más complicado de la ascensión, pero nada del otro mundo, como mucho grado II.
La chimenea es muy vertical, pero tiene tantos agarres y apoyos, que no hay ningún problema, es incluso divertida.
Desde el tramo medio mirada hacia abajo.
A partir de aquí la pendiente se suaviza y enseguida ganamos la arista.
A la salida de la chimenea giramos a la derecha y ascendemos por un vereda muy clara e hitada que asciende por la hierba, dirección oeste, hasta la vertiente francesa, donde gira a la derecha dirección norte para coger una canal muy fácil de trepar.
Por fin cumbre, cuánto tiempo llevaba detrás de esta cima, 2974 metros, que ya quisieran muchos tremiles.
Barrido este, sur, oeste, norte.
Después de un buen rato en la cima tenemos que abandonar, aún nos queda mucho para volver a casa. Y nos volvemos por donde hemos venido. Hay que bajar la chimenea Ledormeur, y hay que hacerlo con cuidado. El consejo es hacerlo siempre pegado a la pared que está a nuestra izquierda. A media bajada la canal parece que baja separándose de la pared, pero no lleva más que a un enriscamiento, esta via está marcada con un aspa roja, por ahí no es. Por lo demás con precaución se baja bien.
Esta ruta ha sido todo un éxito.
Llegamos a lugar de campada, comemos, recogemos y con tristeza en el alma nos vamos. Aún nos quedan más de dos horas para llegar al coche. Algunas fotillos de bajada.
Llegamos a la Sarra cerca de la cinco de la tarde. Tomamos allí un refresco y convenimos en lo agradable que sería pasar allí esa noche y volver a Madrid al día siguiente descansados y con tranquilidad. Pero teníamos que partir hacia Madrid.
Subir y disfrutar, hacer cima y dusfrutar, bajar y disfrutar, pero sobre todo volver para contarlo
ERNS