Perdiguero, por el barranco del Perdiguero
Publicado: Mié Feb 26, 2020 5:58 pm
PICO DE PERDIGUERO. Octubre 2018
“En el corazón del Pirineo un gigante nos alza sobre sus robustos hombros para contemplar, en diáfana medida, a sus colosales hermanos. Antes ha sido necesario quebrantar su voluntad rocosa, estirada y vertical. Denodada lucha, sudor y sufrimiento para combatir su briosa y reacia naturaleza salvaje”.
Subir al Perdiguero no es una tarea difícil que requiera gran talento montañero, afortunadamente para mí. Pero si de capacidad física y una enorme dosis de paciencia, para salvar los más de mil setecientos metros de desnivel que lo separan del refugio de Estós. Claro que se suele subir con algo menos de esfuerzo, o al menos eso creo, desde los valles de Literola o Remuñe. Elegir el refugio de Estós como salida de nuestra excursión sólo tenía la intención de evitar el sobreesfuerzo de portar tienda y demás impedimenta hasta un buen lugar donde vivaquear. Posiblemente fue un error de cálculo, pero ya no tiene solución.
Salimos el sábado a las ocho de la mañana de esta condenada ciudad tan alejada del Pirineo. Álvaro, Carlos y yo contentos como chavales, aunque ya no somos tan jóvenes como para evitar ese nudo molesto que la tribulación clava en el pecho. A las dos de la tarde estamos en el aparcamiento de San Jaime, unos tres kilómetros más arriba del pueblo de Benasque.

Comenzamos la marcha por una cómoda pista que es sendero de largo recorrido y que recorre el valle de Estós hasta el collado de Chistau. Entre praderíos y hayedos aparecen en lo alto, el Perdigueret, El Perdiguero, tuca Gargallosa, pico del Portillón de O.

Tuca Gargallosa

Gías, Sellan dera Baques, pico del Portillón de O

Llegados a un gran corral de ganado dónde hay una cabaña, llamada del Turmo, acaba la pista, y el camino continúa en senda.

Tardamos dos horas en alcanzar el refugio, en lo que, convenimos, ha sido un agradable paseo. Tras acomodarnos, salimos a la terraza con unas cervezas y contemplamos el privilegiado lugar en el que está enclavado el refugio, de frente el valle, las cumbres de las Maladetas y una montaña al fondo que muestra airosa su silueta, Vallibierna.

Giro el cuello a la derecha y tucas del Macizo de Llardana; a la izquierda, la rayada compostura de los Sellam de la Baque.

Las nubes que avanzan desde el este cubren y descubren los paisajes y dejan escapar algunas gotas. Se para el tiempo.
La predicción meteorológica no es muy segura, y aunque estamos motivados, no podemos ocultar cierta preocupación de que el tiempo no respete nuestras expectativas.
El domingo comenzamos desandando el camino que hicimos ayer hasta la Cabaña del Turmo. Son las siete y veinte de la mañana, aun es de noche, pero está despejado. Amanece mientras descendemos. Al llegar a la cabaña nos desviamos a la izquierda siguiendo las indicaciones de un cartel que nos dice que el Perdiguero está a cinco horas. Ascendemos ahora, y así hasta la cima, de forma suave hacia las ruinas de un antiguo cuartel militar, pasado este, unos hitos nos llevan hacia el bosque, donde la ruta gira decidida en dirección norte.

Cerca de nosotros camina un montañero en solitario. Al entrar en el bosque le propongo hacer la subida con nosotros, y acepta encantado. Es Manel, y ahora somos cuatro.
La senda trepa por el bosque en dura pendiente, y no exenta de peligro. Afortunadamente no llueve. Al salir del bosque topamos con el barranco del Perdiguero, bravo paraje que ilumina nuestra vista. Por detrás las sombras de la mañana embellecen las montañas del Posets.

Peñas D’Ixeia, aguja Perramó, Corvets y Batisielles. De izquierda a derecha

Cruzamos una amplia majada, la Pleta del Perdiguero, hasta el inicio de una enorme pedrera que se descuelga de las paredes del Perdigueret. Por ahí tenemos que ascender, pero antes paramos un rato a reponer fuerzas, que falta harán. Son las nueve y diez.

Manel encabeza la marcha con decisión y paciencia, el terreno es incómodo y empinado, pero vamos bien.

Dejamos a la izquierda el ibonet del Perdigueret , y subimos hacia las paredes de este, para ganar pegados a ellas la Collada Ubaga.

Son las once y media, y ya hemos subido mil metros. Vemos el valle de Literola, abajo el ibonet de Literola, al este las Maladetas, al norte las cresta de los Cabrioules-Maupas.


Magnífica estampa del Perdigueret

Rodeamos la base del Perdiguero por el norte siguiendo los hitos, hasta dar vista al Ibón Blanco de Literola y el circo que forman el Perdiguero y las Literolas, Ahora debemos de girar al suroeste para salvar un imponente muro que nos deje en la Arista. Otra vez terreno incómodo, otra vez paciencia.

Pero ya no nos para nada, ni nadie, primero ganamos el Hito Este del Perdiguero, y después, por fin, el Perdiguero.




Es la una menos diez, cinco horas y media de dura ascensión. El aporte gráfico dirá si merece la pena. Qué grandes son los Pirineos. Hacia Sellan dera Baque y Bachimala

Lac du Portillón , Gourgs Blancs

Lezat, Pico Royo, Literolas, y Cabrioules

Hacia las Maladetas y Pirineo Oriental

Maupas, Boum, y al fondo Mauberme

Zoom a las Maladetas y Posets


En el horizonte, de izquierda a derecha, Vignemales, Pic Long y Neouvielle

Hourgade en primer término, al fondo Midi de Bigorre

Tras cuarenta minutos disfrutando de la cima decidimos bajar. Manel, hombre valiente, nos dice que baja por la Crencha de la Gargallosa hacia la Pleta del Perdiguero. Nosotros algo más apocados, nos despedimos y descendemos por donde hemos subido. La bajada es demoledora, se nos hace más dura que la subida en todos los tramos.



En la Majada del Perdiguero nos reencontramos con Manel que nos cuenta las peripecias de su descenso, que a pesar de algún contratiempo ha sido exitoso.

La pedrera del Perdigueret

Descansamos un rato en tan hermoso lugar y reemprendemos la bajada. Pasamos el bosque y llegamos a la cabaña de Turmo. Ahora sí, nos despedimos de Manel que baja al aparcamiento y marcha para Barcelona, buen viaje. Nosotros ascendemos al refugio, dónde llegamos a las seis menos cinco de la tarde. Cuatro horas y media de bajada, y diez horas treinta y cinco minutos en total.

Contentos y más relajados lo celebramos con unas cervezas. Ha sido duro, más bien muy duro, pero estamos felices. El lunes partimos con el corazón henchido de Pirineos. Agradable paseo en el que bajamos a disfrutar de las Gorgas Galantes, bellas cascadas por las que se despeña el rio Estós en su viaje hacia el Ésera. Sólo nos queda volver en coche hasta Madrid, que no es poco.



Subir y disfrutar, hacer cumbre y disfrutar, bajar y disfrutar, pero sobre todo volver para contarlo. Saludos
“En el corazón del Pirineo un gigante nos alza sobre sus robustos hombros para contemplar, en diáfana medida, a sus colosales hermanos. Antes ha sido necesario quebrantar su voluntad rocosa, estirada y vertical. Denodada lucha, sudor y sufrimiento para combatir su briosa y reacia naturaleza salvaje”.
Subir al Perdiguero no es una tarea difícil que requiera gran talento montañero, afortunadamente para mí. Pero si de capacidad física y una enorme dosis de paciencia, para salvar los más de mil setecientos metros de desnivel que lo separan del refugio de Estós. Claro que se suele subir con algo menos de esfuerzo, o al menos eso creo, desde los valles de Literola o Remuñe. Elegir el refugio de Estós como salida de nuestra excursión sólo tenía la intención de evitar el sobreesfuerzo de portar tienda y demás impedimenta hasta un buen lugar donde vivaquear. Posiblemente fue un error de cálculo, pero ya no tiene solución.
Salimos el sábado a las ocho de la mañana de esta condenada ciudad tan alejada del Pirineo. Álvaro, Carlos y yo contentos como chavales, aunque ya no somos tan jóvenes como para evitar ese nudo molesto que la tribulación clava en el pecho. A las dos de la tarde estamos en el aparcamiento de San Jaime, unos tres kilómetros más arriba del pueblo de Benasque.
Comenzamos la marcha por una cómoda pista que es sendero de largo recorrido y que recorre el valle de Estós hasta el collado de Chistau. Entre praderíos y hayedos aparecen en lo alto, el Perdigueret, El Perdiguero, tuca Gargallosa, pico del Portillón de O.
Tuca Gargallosa
Gías, Sellan dera Baques, pico del Portillón de O
Llegados a un gran corral de ganado dónde hay una cabaña, llamada del Turmo, acaba la pista, y el camino continúa en senda.
Tardamos dos horas en alcanzar el refugio, en lo que, convenimos, ha sido un agradable paseo. Tras acomodarnos, salimos a la terraza con unas cervezas y contemplamos el privilegiado lugar en el que está enclavado el refugio, de frente el valle, las cumbres de las Maladetas y una montaña al fondo que muestra airosa su silueta, Vallibierna.
Giro el cuello a la derecha y tucas del Macizo de Llardana; a la izquierda, la rayada compostura de los Sellam de la Baque.
Las nubes que avanzan desde el este cubren y descubren los paisajes y dejan escapar algunas gotas. Se para el tiempo.
La predicción meteorológica no es muy segura, y aunque estamos motivados, no podemos ocultar cierta preocupación de que el tiempo no respete nuestras expectativas.
El domingo comenzamos desandando el camino que hicimos ayer hasta la Cabaña del Turmo. Son las siete y veinte de la mañana, aun es de noche, pero está despejado. Amanece mientras descendemos. Al llegar a la cabaña nos desviamos a la izquierda siguiendo las indicaciones de un cartel que nos dice que el Perdiguero está a cinco horas. Ascendemos ahora, y así hasta la cima, de forma suave hacia las ruinas de un antiguo cuartel militar, pasado este, unos hitos nos llevan hacia el bosque, donde la ruta gira decidida en dirección norte.
Cerca de nosotros camina un montañero en solitario. Al entrar en el bosque le propongo hacer la subida con nosotros, y acepta encantado. Es Manel, y ahora somos cuatro.
La senda trepa por el bosque en dura pendiente, y no exenta de peligro. Afortunadamente no llueve. Al salir del bosque topamos con el barranco del Perdiguero, bravo paraje que ilumina nuestra vista. Por detrás las sombras de la mañana embellecen las montañas del Posets.
Peñas D’Ixeia, aguja Perramó, Corvets y Batisielles. De izquierda a derecha
Cruzamos una amplia majada, la Pleta del Perdiguero, hasta el inicio de una enorme pedrera que se descuelga de las paredes del Perdigueret. Por ahí tenemos que ascender, pero antes paramos un rato a reponer fuerzas, que falta harán. Son las nueve y diez.
Manel encabeza la marcha con decisión y paciencia, el terreno es incómodo y empinado, pero vamos bien.
Dejamos a la izquierda el ibonet del Perdigueret , y subimos hacia las paredes de este, para ganar pegados a ellas la Collada Ubaga.
Son las once y media, y ya hemos subido mil metros. Vemos el valle de Literola, abajo el ibonet de Literola, al este las Maladetas, al norte las cresta de los Cabrioules-Maupas.
Magnífica estampa del Perdigueret
Rodeamos la base del Perdiguero por el norte siguiendo los hitos, hasta dar vista al Ibón Blanco de Literola y el circo que forman el Perdiguero y las Literolas, Ahora debemos de girar al suroeste para salvar un imponente muro que nos deje en la Arista. Otra vez terreno incómodo, otra vez paciencia.
Pero ya no nos para nada, ni nadie, primero ganamos el Hito Este del Perdiguero, y después, por fin, el Perdiguero.
Es la una menos diez, cinco horas y media de dura ascensión. El aporte gráfico dirá si merece la pena. Qué grandes son los Pirineos. Hacia Sellan dera Baque y Bachimala
Lac du Portillón , Gourgs Blancs
Lezat, Pico Royo, Literolas, y Cabrioules
Hacia las Maladetas y Pirineo Oriental
Maupas, Boum, y al fondo Mauberme
Zoom a las Maladetas y Posets
En el horizonte, de izquierda a derecha, Vignemales, Pic Long y Neouvielle
Hourgade en primer término, al fondo Midi de Bigorre
Tras cuarenta minutos disfrutando de la cima decidimos bajar. Manel, hombre valiente, nos dice que baja por la Crencha de la Gargallosa hacia la Pleta del Perdiguero. Nosotros algo más apocados, nos despedimos y descendemos por donde hemos subido. La bajada es demoledora, se nos hace más dura que la subida en todos los tramos.
En la Majada del Perdiguero nos reencontramos con Manel que nos cuenta las peripecias de su descenso, que a pesar de algún contratiempo ha sido exitoso.
La pedrera del Perdigueret
Descansamos un rato en tan hermoso lugar y reemprendemos la bajada. Pasamos el bosque y llegamos a la cabaña de Turmo. Ahora sí, nos despedimos de Manel que baja al aparcamiento y marcha para Barcelona, buen viaje. Nosotros ascendemos al refugio, dónde llegamos a las seis menos cinco de la tarde. Cuatro horas y media de bajada, y diez horas treinta y cinco minutos en total.
Contentos y más relajados lo celebramos con unas cervezas. Ha sido duro, más bien muy duro, pero estamos felices. El lunes partimos con el corazón henchido de Pirineos. Agradable paseo en el que bajamos a disfrutar de las Gorgas Galantes, bellas cascadas por las que se despeña el rio Estós en su viaje hacia el Ésera. Sólo nos queda volver en coche hasta Madrid, que no es poco.
Subir y disfrutar, hacer cumbre y disfrutar, bajar y disfrutar, pero sobre todo volver para contarlo. Saludos